15 julio, 2005

Drogas y corrupción juvenil

Hombre o mujer, hermana o hermano, ¡su lujuria no conocía límites!
Uno de los mejores documentos sobre drogas que conozco es Themes in Chemical Prohibition, escrito en 1979 por William L. White. La ventaja que tienen los textos antiprohibicionistas está en que no envejecen, mientras que los engendros antidroga nacen ya muertos y, antes o después, pasan a formar parte del cada vez más nutrido género del humor involuntario. En el artículo, White pasa revista a los tópicos mas recurrentes de la Prohibición, y uno de los más manidos es el de la asociación sexo/drogas/juventud. Como este meme sigue gozando de una salud a prueba de bomba, el lector podrá comprobar que lo escrito por White hace más de veinticinco años desprende el olor del pan recién horneado.

5. Las drogas se asocian a la corrupción moral de los jóvenes, en concreto a su corrupción sexual

¡Surcaban los hirvientes mares de la depravación!En la literatura prohibicionista, las sustancias químicas han estado inextricablemente unidas desde tiempo atrás a la corrupción sexual de los jóvenes. En 1624, Joan Fran Rauch atacó al chocolate como un violento inflamador de las pasiones. El tabaco se relacionó con la inmoralidad sexual en 1850, y la asociación entre el opio y la corrupción de las jovencitas comenzó en 1882, con la publicación de la obra de H. H. Kane, Opium Smoking in America and China (Fumar opio en EE UU y China), en donde Kane afirma lo siguiente:

"Muchas mujeres alcanzan tal grado de excitación sexual durante las primeras semanas al fumar opio, que los fumadores veteranos, con el único objeto de arruinarlas, les enseñan a fumar. Muchas chicas inocentes y demasiado curiosas han sido seducidas de esta manera."

¡Ella cabalgaba sobre la aguja hacia las profundidades de la depravación!Ya se ha esbozado aquí cómo a principios de la década de 1900, la cocaína se asoció extensamente con ataques sexuales a mujeres blancas por parte de hombres negros. Durante la época del movimiento a favor de la prohibición del alcohol, se atribuyó a esta droga la capacidad de contribuir a excesos sexuales dentro y fuera del matrimonio, y el alcohol se introdujo sutilmente en historias de judíos que "compraban la virtud de vírgenes gentiles" o de sacerdotes católicos que "seducían a las chicas protestantes en los conventos". En una denuncia de la trata de blancas, escrita en los años Treinta, encontramos al archivillano (un supuesto proxeneta) respondiendo a la pregunta de cómo reclutaba chicas para dedicarlas a la prostitución:

"Me hice con un buen número de chicas estudiantes de secundaria drogándolas con mi hierba"

Hay un punto de ironía en este tópico que se revela a medida que uno va leyendo la literatura prohibicionista de sucesivas épocas. De casi cualquier droga a las que se señaló para su prohibición (opio, cocaína, alcohol, marihuana) se ha dicho que causa un deseo sexual incontrolable e incita a atacar sexualmente a indefensas mujeres, y de todas se ha dicho que provocan impotencia.

¡Rock! ¡Sexo! ¡Amor! ¡Marihuana! ¡Acción!En la cobertura que dieron los media a los grandes cambios en los modos de vida de los años Sesenta, fue constante la asociación de las drogas con las comunas, las experiencias prematrimoniales, etc. Las incontables imágenes televisivas de chicas que supuestamente se prostituían para "costear sus adicciones" no fueron otra cosa que una puesta al día de esta viejísima asociación entre sustancias químicas y perversión sexual. La propaganda de estos miedos sobre el destino de nuestros hijos hizo muy difícil (si no imposible) para la mayoría de los norteamericanos el examen cuidadoso y razonado de nuestras políticas de drogas.

De Themes in Chemical Prohibition (versión ilustrada)
Imágenes por cortesía de Vintage Paperbacks

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