20 agosto, 2008

El emperador del desenfreno ataca de nuevo

Bacanal, de Auguste Leveque (detalle)Para mucha gente, el Imperio Romano es sinónimo de depravación sexual. Lo cierto es que el asunto es bastante más complejo que todo esto, y libros tan extraordinarios y amenos como Eros Romano, de Jean-Noël Robert, contribuyen a despejar simplismos y a arrojar un poco de luz sobre las fascinantes costumbres sexuales y amorosas de los romanos, en el fondo no muy diferentes de las nuestras. No obstante, en el imaginario popular prevalece la idea, transmitida interesadamente por los cristianos, de que en Roma andaban todo el tiempo de orgía en orgía y toda aberración tenía allí su asiento. Las vidas disolutas de emperadores como Tiberio, Calígula y Nerón (sin olvidar a damas tan rematadamente lascivas como Mesalina, Agripina y Popea) han ayudado a conformar esta imagen, especialmente el segundo de los citados, el más publicitado en series de TV como Yo Claudio o en películas como Calígula, donde un estupendo John Hurt y un Malcom McDowell pasadísimo de rosca, respectivamente, encarnaban al emperador chiflado y sexoadicto.

Qué levante el dedo el varón que no haya fantaseado alguna vez con estar en el lugar de Calígula y demás tiranos rijosos, sin ningún límite que impida satisfacer tus apetitos. Junto a Calígula y los otros emperadores de su cuerda (Tiberio y sus "pececillos", Nerón, inventor del salto del tigre, Augusto, voyeur y sádico) la historia nos ofrece numerosos ejemplos de autócratas salidos: Lavrenti Beria y sus famosas expediciones de caza, Leónidas Trujillo, caracterizado como El Chivo en la novela de Vargas Llosa, Mao y su personalísima interpretación del sexo taoísta, Goebbels, eternamente enredado en romances con hermosas actrices (afición compartida por Kim Jong Il en la actualidad)... Bien es verdad que también hubo dictadores casi virginales que, seguramente, obtenían un placer mucho mayor de lo tanático que de lo erótico (Hitler, Franco, Stalin), pero la mayoría de ellos utilizaron su poder... para joder (y no sólo a sus súbditos, se entiende).

Pero hablábamos de emperadores romanos y nos hemos desviado del tema. Estas digresiones deberían servir como introducción al trailer de una nueva versión de Calígula que no se rodará jamás. En efecto, el trailer es obra de Francesco Vezzoli, un artista conceptual que consiguió la complicidad de Gore Vidal, Helen Mirren, Benicio del Toro, Milla Jovovich o Courtney Love, entre otros, para ponernos los dientes largos (la idea de ver a una diosa como Jovovich en el papel de Drusila me hace babear). La obra fue presentada en la Bienal de Venecia en 2005, y es muy de lamentar que se vaya a quedar ahí, porque, aparte de la sorpresa final, sus secuencias eróticas son incomparablemente más prometedoras que las de la accidentada versión de Tinto Brass que, en estos tiempos de sobreabundancia porno, sería incapaz de excitar al más salido de los alumnos de una madrasa pakistaní.

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02 agosto, 2008

Cocasex: del polvazo al gatillazo

Roland Topor: lo que esconden las mujeresEn poco más de dos semanas, y gracias a la labor de Energy Control y de los asiduos de su foro, ha quedado resuelto el misterio del Cocasex, sustancia supuestamente afrodisíaca que se vende a un precio escandaloso a través de la web sin que la persona que lo comercializa se haya preocupado lo más mínimo por conocer su composición. Lo importante es que esta supuesta maravilla de la química sexual ha resultado ser un combinado de dos estimulantes (metilefedrina y fentermina) que carecen por completo de las propiedades afrodisíacas que le atribuyen sus irresponsables promotores y que, en contra de lo anunciado en su web, presentan un buen número de contraindicaciones, interacciones y efectos secundarios y, al menos el segundo, figura en la lista II de sustancias controladas de la ONU.

Por supuesto que no tenemos nada que objetar a que se vendan productos prohibidos por la ONU, la Agencia del Medicamento o el Ministerio del Interior, siempre y cuando se conozca su composición y se proporcione toda la información necesaria para que el comprador pueda evaluar ventajas y riesgos. Ninguna de estas condiciones se cumplen por el momento en el caso del cocasex, así que instamos a la empresa que lo vende a que haga las correcciones pertinentes.

Por cierto, 30 pastillas de fentermina (37,5 mg. cada una) salen en una overseas pharmacy escogida al azar por 19 dólares. No sabemos el contenido exacto en miligramos de las cápsulas de cocasex, pero doce de ellas cuestan 144 euros, así que la diferencia es enorme.

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