26 enero, 2009

Black is beautiful

Sin palabras
De You and me on a Jamboree
Various Artists - A Scorcha From Studio One [1969]

20 enero, 2009

Fragancias masculinas y femeninas

The Cramps: Olor a hembraUna noticia publicada en Genciencia ha generado una avalancha de comentarios en menéame (el más valorado):
«Por todos, hombres y mujeres, es bien conocido el olor de los genitales femeninos; aunque no todos huelen igual. Algunos olores de vagina nos recuerdan a aromas dulces y ligeramente acres. Otros, sin embargo, los asociamos a los efluvios mefíticos de una cloaca. La cultura popular ha estigmatizado estos aromas fuertes del sexo femenino con expresiones del tipo "huele a pescado" (de ahí provienen chistes como el del ciego que cruza por delante de una pescadería y dice: buenos días, señoras). Olores que la gente también asocia con la falta de higiene.

Tal vez sea cuestión de higiene, pero más bien de la higiene de nuestras ideas preconcebidas y del lavado de cerebro al que hemos sido sometidos. La gente suele imaginar una vagina como un reducto de gérmenes que debe de lavarse con dedicación hasta que de ella desaparezca cualquier olor o lubricación. Esto no es así. La flora vaginal está repleta de gérmenes, es cierto, pero los gérmenes se pasean tranquilamente por todos los órganos de nuestro cuerpo. Lo importante es dilucidar qué tipo de gérmenes son, porque la total ausencia de gérmenes también es nociva. En condiciones saludables, por ejemplo, las bacterias de la vagina tienen una función beneficiosa.»
El caso es que no a todos los varones nos huele el pito a canela (como a Nacho Vigalondo). Los envíos a menéame de noticias relacionadas con secreciones genitales masculinas poco agradables tuvieron mucho menos éxito que esta, tanto en votos como en comentarios graciosos. Algo huele a podrido en ciertas cabezas, y no precisamente en Dinamarca.

Vía Libro de Notas
Publicado en genciencia

13 enero, 2009

Los afrodisiacos de Ibn Battuta

Las dos tendencias actuales más comunes respecto a los afrodisíacos son, por una parte, negar su existencia y, por otra, recomendar alimentos o sustancias de dudosa eficacia (ginseng, jalea real, ostras, marisco, chocolate, etc.), pero de poco riesgo (quitando la cantárida, por supuesto). No fue siempre así, como se puede comprobar en esta relación de afrodisíacos recopilada por el aventurero Ibn Battuta al regreso de sus viajes. Como dice el refrán, al que algo quiere, algo le cuesta.

«Los afrodisíacos descritos por este aventurero son fabulosos: un pez con cara como la de un búho y una cresta de gallo, habitante de un pantano de Xinjiang, que provoca una erección de caballo; un escarabajo ampolla, del mar Caspio, que si se mantiene en la boca permite a un hombre tener trato carnal un centenar de veces seguidas o, desde luego, hasta que se caiga muero o lo escupa. La raíz de mandrágora de las montañas del Atlas es tan potente que un hombre que orine accidentalmente sobre ella tendrá una eyaculación instantánea, mientras que a una muchacha virgen que haga lo propio, se le rasgará el himen en el acto. (...)
El afrodisíaco más utilizado en los harenes era el suqunqur, un eslizón, reptil cilíndrico de canijas patitas, macerado en salmuera, calientapollas feroz más potente que las ostras de Arcachon, los pistachos de Alepo o la orquídea»


La medicina de Ibn Battüta

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