28 mayo, 2005

El cuerpo deformable

... Vieron que estaban desnudos y cosieron hojas de higuera para vestirse...Ninguna comunidad consiguió ser tan contradictoria con el cuerpo como la cristiana.

Todo el mundo copula con el mismo entusiasmo en todas partes. Pero no todos del mismo modo. Existen tradiciones que hicieron de la sexualidad una espléndida liturgia de aromas íntimos, oposiciones fantasiosas y sutilezas místicas. Los chinos clásicos, por ejemplo, creyeron que se puede conquistar la inmortalidad por la prolongación del coito. Y la eterna juventud por el trato con las muchachas. El sexo es espíritu, puerta, para los gnósticos.

En el cristianismo, a pesar de la satanización criminal del deseo, la experiencia de la divinidad está emparentada con la exaltación sexual. Los psicoanalistas de los éxtasis de Santa Teresa y los otros héroes de la mística cristiana asimilan por razones semánticas, metafóricas y fisiológicas la explosión orgásmica al arrebato superlativo de los santos.

No todos los indios son tántricos. Gandhi mantuvo una relación tormentosa con su carne, siendo tan poca, muy cerca de la infamia católica, que condenó la realidad del cuerpo reduciéndolo a la condición del sucio soporte, efímero e irreal, de una hipótesis.

Sexo límpido consentido y domésticoMonte Ávila de Venezuela publicó hace años un libro clásico sobre la vida sexual en la antigua China. Según el autor, Van Gulik, la vieja China conservó el sexo límpido, consentido como un goce doméstico, y desconoció en consecuencia la peste de los abusadores de niños y los maniáticos abstrusos, superabundantes entre nosotros. Como el hombre que se vestía de payaso para atraer a las víctimas de sus brutalidades homosexuales. Y cuyos tiernos bagazos sepultaba bajo unos rosales de Chicago. O la familia de maestros norteamericanos en cuya escuela de sádicos sometían a los alumnos a un tratamiento intensivo de crueldad, desgarramientos anales, bestialismo y culpa. El extremo sacramental de la sexualidad del puritanismo. El deseo realizado como retorcimiento espiritual. Como venganza contra el ideal canónico de pureza.

La exacerbación del sentimiento cristiano del cuerpo como enemigo, heredado tal vez del maniqueísmo, agudiza las tendencias aberrantes. El ansia de retar al infierno y penetrar los abismos de la transgresión. No existe en el orbe católico un libro como los tratados del amor musulmán, o tántrico, o chino.

Las mujeres son muy, muy malasHoy proliferan los libros sobre la lucha de los sexos, en reemplazo de los libelos del pasado que identificaron a la mujer con el diablo. La emasculación de Orígenes es una imagen extremista de un repudio mezquino.

Los primeros misioneros en América confundieron la inocencia con la desvergüenza de los aborígenes. Que copulaban sin misterio y sin asco. Y andaban por el mundo como Dios los hizo. Lo primero que hicieron fue vestirlos. Y luego los pusieron en contradicción con sus pulsiones más hondas, poderosas, inevitables.

Pero la sofisticación de la negación del placer orgánico no es privilegio del catolicismo. Los santones arios ensimismados en sus visiones vacías, Sócrates resistiendo a la belleza de los jóvenes y las purificaciones ascéticas de los reyes precolombinos en sus casas del llanto expresan el mismo inescrutable malestar del cuerpo, hecho para la dicha y para la muerte. Los cronistas dejaron testimonios delirantes de las orgías de los mexicanos. Un pueblo unánime se entregaba al escarnio. Al desangre turbulento. A la autoflagelación. Al sacrificio multitudinario a los dioses de pesadilla.

Sin embargo, ninguna comunidad consiguió ser tan contradictoria con el cuerpo como la cristiana. Ninguna sacralizó la inocencia de los niños, una forma de pagarles la exclusión radical de la sexualidad, y ocultó con tanto celo y vergüenza sus labores amatorias. Y al mismo tiempo abusó de los niños sistemáticamente en las sacristías, los colegios y los hogares.

Además vivimos al mismo tiempo bajo la dictadura del miedo y la tiranía del desnudo. Todo el mundo quiere desnudarse. Todos los que pueden se desnudan. Los muros están llenos de mujeres y hombres desnudos que venden cosas. O a sí mismos. Los periódicos, las revistas, la televisión, el cine. Como si escapando de la sórdida, arcaica aniquilación teológica de la carne rebajáramos aún el milagro, la gloria y la miseria del cuerpo en la mercadotecnia. El cuerpo ha dejado de ser, por fin, entre nosotros, un problema del alma. Y acabó revelándose en la feria de las siliconas como baratija plástica, como el producto insulso del gimnasio.

Eduardo Escobar en El Tiempo de Colombia
Encontrado en Libro de Notas
26 mayo, 2005

Lorena, ay mi Lorena

Lorena Berdún: Sexo sí, drogas noYa han pasado un par de semanas desde la emisión del programa de Lorena Berdún dedicado a sexo y drogas, pero se trata de una cuestión que no está sometida a los vaivenes de la actualidad, así que mi comentario no va a perder validez. El pasado jueves 12 anunciaba aquí el especial de Dos Rombos con estas palabras:

"Mucho me temo que el programa incluirá un buen montón de mitos y muy poca información fiable, pero habrá que verlo"

Pues vi el programa y, como era de temer, fue una infamia. Los sexólogos modernos (ya sé que Lorena Berdún no lo es, pero actúa como tal) no se cortan un pelo a la hora de aconsejar con una sonrisa de oreja a oreja sobre el mejor lubricante para practicar el fist-fucking sin que al fisteado se le rompa el esfínter, pero ponen el grito en el cielo ante la mención de palabras como "marihuana" o "Éxtasis".

A los del gremio les falta tiempo para citar una serie de efectos secundarios tan reales como los que se atribuían en un pasado no muy lejano a la práctica de la masturbación: locura, esterilidad, impotencia, muerte, etc. Pero vamos a darle un repasito pormenorizado al programa, que tuvo tela.

La pizpireta presentadora empezó enumerando lo que la gente suele buscar en un afrodísíaco y se centró en tres aspectos: aumento del deseo, de la excitación (o Tres ingenuas jovencitas en plena desinhibición alcohólicapotencia) y de la intensidad del orgasmo. No seré yo quien lo discuta, pero uno busca además efectos como el aumento de la sensibilidad, del aguante o de la afectividad, factores que no son menos importantes en una relación sexual satisfactoria que los otros.

Casualmente, una droga como el MDMA o dosis bajas de un psiquedélico pueden actuar muy positivamente sobre todos estos aspectos, algo que en ningún momento se mencionó en el programa. Muy al contrario, Lorena se explayó sobre cuestiones como la mortalidad asociada al Éxtasis (38 muertes en diez años en España), sus efectos negativos sobre la erección (que no duran más allá de las primeras cuatro horas) y, lo más gordo, habló de que esta sustancia tiene un "efecto distorsionador" (que bien se podría cambiar por "modificador") y "hace pensar que estás teniendo una relación placentera, pero no es verdad". No es la primera vez que escucho este disparate, pero uno se pregunta cómo se puede simular el placer y si se podrá hacer lo mismo con el dolor ("lo tuyo no es un dolor real, sino ficticio"). Y es que hay pocas cosas más solidas, reales y rotundas que el placer y el dolor. O se sienten, o no se sienten. Puede haber diferencias de intensidad, pero no existen los placeres ni los dolores irreales.

El tratamiento de las diversas drogas fue deslabazado y superficial, y en todos los casos se insistió en sus riesgos al tiempo que se negaban sus beneficios (pregunta: entonces, ¿por qué hay tanta gente que usa drogas para mejorar sus relaciones sexuales?). Tan sólo en el caso del alcohol se admitió que una cantidad pequeña podría facilitar la desinhibición, pero en modo alguno se aplicó el mismo razonamiento a las sustancias ilegales. Lo que viene después de los cantos regionalesEs evidente que un poco de marihuana o un par de rayas de cocaína pueden tener un efecto positivo sobre la sexualidad; tan evidente como que una dosis masiva de cualquier droga puede dar al traste con la libido del más ardiente erotómano.

Una brujilla marihuanera ¡Cuidado con la sequedad vaginal!Lorena dedicó una atención especial a la marihuana: que si esterilidad, que si sequedad vaginal, que si disminución de la testosterona... En su apoyo, recurrió a una empleada de un smart shop holandés quien, en un castellano digno de Doña Croqueta, hizo gala de una ignorancia enciclopédica sobre el cannabis y sus efectos sobre la fertilidad, gravísimos según la "experta". Estas afirmaciones se basan en estudios con animales a los que se administran cantidades ingentes de THC, y jamás se ha encontrado nada similar en humanos que, por otra parte no se inyectan el THC como se hace con las ratas, sino que lo inhalan. Para más detalles, en la web de la IACM se recogen diversos testimonios sobre este asunto. Curiosamente, la holandesa no dijo una palabra sobre los numerosos productos supuestamente afrodisíacos que se venden en los smart shops holandeses.

De los psiquedélicos (psilocibina, LSD, mescalina), se mencionó poco más que su capacidad para desencadenar terribles experiencias (conocidas como "malos viajes"), sin que se hiciera referencia alguna a la posibilidad de ingerir dosis medias, con las que la eventualidad de un mal viaje es despreciable. Mucha gente utiliza estas drogas como afrodisíacos con excelentes resultados (como se puede comprobar en cientos de foros de Internet), pero las orejeras antidroga de los sexólogos les impiden verlo. Está claro que estos profesionales se comportan como Penélope en La Odisea: destejen unos mitos para tejer otros. A ver cuándo dejan de poner la moral y el prejuicio por delante de la ciencia y la experiencia, que ya hemos soportado durante demasiado tiempo los mitos sexuales como para aguantar otros cien años de mitos sobre drogas

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