06 julio, 2005

La otra cosa

El pasado 2 de julio, José Antonio Millán publicaba en Babelia la reseña de dos libros sobre sexo (Lujuria, de Simon Blackburn y Pensar la pornografía, de Ruwen Ogien). Me gustó mucho lo que decía sobre el segundo de ellos, y lo pongo aquí antes de que desaparezca de la web. He subrayado algunos puntos de contacto entre lo que cuenta Ogien sobre el porno y la percepción de las drogas:

"Pero de esto último quien sabe más es el filósofo moral Ruwen Ogien. Pensar la pornografía es un libro más árido que Lujuria: está escrito con la estructura lógica y el escalpelo de un filósofo analítico, y el resultado es frío (lo que quizá convenga a lo caldeado del tema). Ogien realiza un clarificador recorrido por la historia de las definiciones del concepto, que abundan, por la sencilla razón de que legisladores y educadores han venido considerando necesario proscribir el acceso a determinadas representaciones de contenido sexual. La revisión histórica es muy curiosa: mientras la pornografía era patrimonio exclusivo de las clases acomodadas, la cuestión no se considera problemática. Pero cuando aparecen los medios técnicos de reproducción (de la imprenta popularizada a la fotografía) la cosa cambia: "Las personas con opiniones hechas dicen que esas imágenes causan un considerable perjuicio a los demás", escribía Bertrand Russell, "pero ni una sola de aquéllas quiere reconocer que les han causado perjuicio a ellas". Y el tema de la protección de los más indefensos (antes, las clases populares; hoy, los niños) es constante en el discurso sobre lo pornográfico.

El papel educativo del pornoLa extensión de Internet ha provocado un auge desmesurado en la oferta y el consumo de pornografía (en esto último España está muy a la cabeza de los países de nuestro entorno), lo que hace aún más necesaria la revisión que plantea Ogien. Los puntos debatidos son variados; por ejemplo: la pornografía, ¿puede considerarse educativa? Hay que reconocer que el cunnilingus y la estimulación clitoridiana deben más a este género que a cualquier manual de educación sexual... ¿Es una forma insidiosa de discriminación sexual? Dependiendo de los estudios y las fuentes (y una baza clave de Ogien es presentar las encuestas "científicas" en su contexto ideológico), o bien la mujer es objeto único de degradación en las representaciones pornográficas: sometidas, violadas, golpeadas; o bien éstas degradan por igual a mujeres y hombres (muñecos erectos siempre disponibles); o bien, no hay degradación alguna. Otros temas a los que se pasa revista son los fenómenos de "saturación" ante el consumo constante y las dependencias psicológicas (o adicciones), o el sesgo homosexual (masculino) que puede estar tomando subrepticiamente la pornografía (heterosexual) contemporánea, con su énfasis en las felaciones y en la penetración anal.

Muñeco erecto a punto de degradar a una mujerLa pregunta clave del libro es: ¿qué molesta, en definitiva, de la pornografía? Para Ogien está claro: que, a pesar de datos y estudios que señalarían su (relativa) inocuidad, choca con preconceptos demasiado arraigados sobre lo que debería ser la sexualidad humana. Y esto no puede extrañarnos: se trata de un tema que no sólo lleva preocupándonos desde mucho antes de Platón, sino que además tiene grandes implicaciones políticas: cualquier postura, a favor o en contra, crea extraños compañeros de cama, como el apoyo (luego lamentado) de cierto feminismo norteamericano a las posturas prohibicionistas provenientes del estamento más reaccionario del país. Cualquier control, por otra parte, exige definiciones claras de lo pornográfico, y éstas pueden (lo sabemos desde el Ulysses joyciano, y aun antes) convertirse en formas de censura.

Y es que ante el deseo, la lujuria (o sus representaciones), es difícil permanecer impasible, incluso con sentimientos contrapuestos. Quizá nadie lo retrató mejor que Woody Allen: "Vivimos en una sociedad demasiado permisiva. La pornografía nunca se había exhibido con tal impudor. ¡Y encima las imágenes están desenfocadas!".

La otra cosa
José Antonio Millán

Comments

1 Response to "La otra cosa"

Hannah dijo... 16/7/05 1:14 p. m.

No he leído ninguno de los dos libros, así que no puedo manifestarme respecto de ellos ni de lo que sobre ellos se comenta; pero la frase del increible Woody, me parece genial! Me parece a mí que hay mucha doble moral y mucha hipocresía respecto a lo erótico y a la pornografía -me ha salido un ripio, ejem, pero así lo pienso.

Nos leemos

YoHannah

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